La baja disponibilidad de nitrógeno (N) en el suelo es una causa frecuente de limitación de producciones agrícolas. La fertilización con nitrógeno es la principal forma en que los cultivos reciben este nutriente. Sin embargo, los efectos de esta práctica dependen de interacciones entre varios factores, entre los que destacan el tipo y dosis de fertilizante aplicado, el momento de aplicación, las características locales del suelo y del clima, además de la especie y cultivar.
En cuanto al tipo, en el caso de la producción de semillas de gramíneas forrajeras tropicales, no se recomiendan fertilizantes orgánicos (ejemplo: estiércol, compuestos orgánicos, vinaza) ni químicos con propiedades de liberación controlada de N, una vez que tales productos promueven la disponibilidad lenta y prolongada de N, lo que favorece crecimiento vegetativo en detrimento del crecimiento reproductivo de las plantas.
Como alternativas, existen varios fertilizantes nitrogenados químicos solubles (ver ejemplos en la Tabla 1) que actúan dentro de 30 días y que tienen no más que un pequeño efecto residual. Es decir, son productos que ponen N a disposición de las plantas en un período relativamente corto y, por tanto, concentrado. En gramíneas forrajeras, cuando aplicados en momentos estratégicos estimulan el macollamiento y el aumento del número de macollos fértiles, es decir, los que son capaces de desarrollar una inflorescencia. Por tanto, se favorece la producción de semillas.
Sin embargo, pueden producirse pérdidas de N tras la aplicación de este tipo de fertilizante. El grado de pérdida depende de la población de plantas, del grado de su desarrollo y capacidad de absorción de N, de temperatura, disponibilidad de agua, pH y características físicas del suelo, intensidad y frecuencia de lluvia, de dosis y tipo de fertilizante.
Por ejemplo: pérdidas por volatilización pueden ser elevadas, por ejemplo, si se aplica urea bajo condiciones de altas temperaturas y ausencia de lluvia. A su vez, la aplicación de otros fertilizantes químicos, cuando se realiza en dosis elevadas, en suelos arenosos y en regiones o épocas de lluvias intensas, favorece importantes pérdidas de N por lixiviación. Tales pérdidas son causas de variaciones en los efectos de la fertilización con nitrógeno entre años y lugares.
Tabla 1: Composición química de algunos fertilizantes nitrogenados.
Fuente: adaptado de Trani y Trani (2011).
Varios fertilizantes químicos no necesitan ser incorporados al suelo y, por lo tanto, pueden aplicarse superficialmente. Sin embargo, la incorporación de MAP o DAP, cuyas composiciones (Tabla 1) además de N incluyen altas proporciones de P2O5, acelera la disponibilidad de P para las plantas, reduce la fijación de este elemento en el suelo y atenúa las pérdidas de N; por estos motivos se recomienda la incorporación de estos dos fertilizantes.
Diversos estudios realizados para evaluar los efectos de dosis de N en la producción de semillas de cultivares de gramíneas forrajeras tropicales concluyeron que la aplicación de 100 - 150 kg de N ha-1 año-1 proporcionó los rendimientos más altos; en unos pocos casos se necesitaron 150 - 200 kg N ha-1 año-1 para lograr el mismo efecto. Sin embargo, algunos de estos resultados deben interpretarse con cautela, ya que las condiciones bajo las cuales se llevaron a cabo algunos de estos experimentos no fueron suficientemente detalladas y pueden haber influido en los resultados obtenidos.
En cualquier caso, se observa en la práctica que dosis superiores a estas a menudo resultan en rendimientos reducidos por el hecho de que proporcionan un crecimiento vegetativo excesivo que, además de competir con la producción de semillas, dificulta el manejo y cosecha y / o resulta en el volcamiento de plantas. Sin mencionar que aumentan las posibilidades de pérdidas de N por lixiviación o volatilización.
También existe una amplia evidencia de que lograr los efectos deseados de estos fertilizantes depende de la aplicación de dosis basadas en el grado de desarrollo del cultivo y el número potencial de ciclos de floración (periodos de concentración de emisión de tallos florales) característicos de cada cultivar.
É sabido que o perfilhamento das plantas é estimulado pela aplicação de uma fração do total da dose do adubo prevista para a cultura, 35 – 40 dias após a emergência das plântulas. Entretanto, nessa ocasião, em áreas de solo arenoso, a aplicação de uma fração menor que a metade diminui chances de perdas de N por lixiviação. Afinal, nessa etapa o sistema radicular ainda pouco desenvolvido limita a capacidade de absorção das plântulas.
Quando aplicada no início florescimento (indicado pelo ‘emborrachamento’ /’embuchamento’ de perfilhos), a fração restante do adubo nitrogenado contribui ao aumento do número de perfilhos férteis. Essa fase ocorre cerca de 60 – 65 dias após a emergência das plântulas, mas esse período pode variar em função de condições locais de clima e de fertilidade do solo e, por esse motivo, sua identificação depende de monitoramento constante.
En Brasil, cuando se siembra en primavera o verano entre las latitudes 15° S y 22° S (aprox.), varias cultivares (Tabla 2) comienzan a florecer a partir de mediados de marzo en respuesta al acortamiento de los días, característico del inicio del otoño. Plantados a la vez, otras cultivares florecen en verano porque son insensibles a los fotoperíodos o sensibles a la extensión de los días, propios de esta temporada. En estos casos, a medida que se pospone la época de siembra, también se retrasa la época de inicio de la floración.
Tabla 2: Características de floración de algunas cultivares de especies de gramíneas forrajeras tropicales en áreas cultivadas con fines de producción de semillas en Brasil entre las latitudes 15°S e 23°S (aprox.).
Entre los cultivares que producen más de un ciclo de floración, la aplicación mecanizada de fracciones de fertilizante nitrogenado en ciclos posteriores al primero, a pesar de ser potencialmente ventajosa, puede verse obstaculizada por el gran crecimiento de las plantas. Por este motivo, muchos productores se limitan a realizar una aplicación al inicio del macollamiento y otra al inicio del primer ciclo de floración.
En áreas plantadas en otoño o en años anteriores, la aplicación de N en primavera o verano (según el cultivar) luego después de cortar las plantas uniformemente o de cerrar un período de pastoreo, estimula el macollamiento y la densidad de inflorescencias. Sin embargo, esto depende de la eliminación del material vegetal cortado para que no cubra las macollas.
En este contexto, este nutriente interactúa con los efectos del corte (o del pastoreo), es decir, la eliminación de la dominancia apical que ejercen los viejos macollos y la exposición a la radiación lumínica de las yemas vegetativas presentes en la base de las macollas. Juntos, estos efectos contribuyen al aumento de la producción de macollos fértiles y, por tanto, a la producción de semillas.
En estos casos, en las cultivares que producen un solo ciclo de floración, se aplica en ese momento toda la dosis de fertilizante nitrogenado deseado para el cultivo. Esta práctica es común, por ejemplo, en campos de U. humidicola 'común' de los cuales invariablemente se recolectan semillas por varios años.
Cabe recordar que áreas de suelo con alto contenido de materia orgánica no son recomendables para la instalación de campos de producción de semillas para este grupo de plantas, donde hay una lenta liberación de N, lo que favorece el crecimiento vegetativo, cuyos efectos ya se han discutido aquí. Tampoco son adecuadas las áreas con suelos muy arenosos donde pueden ocurrir pérdidas excesivas de N por lixiviación.
Además, aunque el N es un nutriente muy importante para la producción de semillas de pastos forrajeros tropicales, no es el único. Otros nutrientes, en particular el potasio, el calcio y el boro, también merecen especial atención.
Bueno, pero esa es otra historia ...
Literatura consultada:
CATUCHI, T.A.; SORATTO, R.P.; FRANCISQUINI JR., A.; ARANDA, E.A.; GUIDORIZZI, F.V.C.; TIRITAN, C.S. Nitrogen management, nitrogen use efficiency, and seed yield and quality of creeping signalgrass. Crop Science, v.57, p.2865-2874, 2017.
LOCH, D.S. Nitrogen for grass seed. In: Partridge, I.J. (ed.) Tropical Pasture Seed Production – a training manual. Department of Primary Industries, Queensland, Australia. Chapter 9, p.31-33. 1996.
LOCH, D.S.; AVILÉS, L.R.; HARVEY, G.L. Crop management: grasses. In: Loch, D.S. & Ferguson, J.E. (eds.) Forage Seed Production. 2. Tropical and Subtropical Species. CABI Publishing, Wallingford – UK. Cap. 9. p.159-176. 1999.
TRANI, P.E.; TRANI, A.L. Fertilizantes: cálculo de fórmulas comerciais. Campinas: Instituto Agronômico, 2011. 29p. online (Série Tecnologia APTA. Boletim Técnico IAC, 208). ISSN: 1809-7936.
Este texto puede citarse de la siguiente manera:
SOUZA, F.H.D. Adubação nitrogenada e produção de sementes de gramíneas forrageiras tropicais. Disponível em: https://progreseed.com.br/adubacao-nitrogenada-e- producao-de-sementes-de-gramineas-forrageiras-tropicais/ Consultada no dia/mês/ ano.